In my opinion, there is no question that the high inflation in Iceland and around the world is because of Covid. The economy is a complicated mechanism that depends on many factors and moves very slowly. Therefore, you always have to wait to see the effects, impact or consequences of some measures or restrictions. Another problem is that we have a very short memory, the media is always looking for fresh content and we tend to associate the current situation with the last event.
When the governments were forced to stop the economy (lock downs, quarantine, traveling restrictions, trade restrictions…), apart from not creating any Gross Domestic Product, they had to subside the private companies, the civil servants, buying very expensive health equipment, vaccines, tests… How did they manage to pay the bill? By making money. So, then the inflation started.
Now that we’ve come back to normality, we feel the effects of the Covid, but many people are ashamed and don’t want to admit it. But the damage is done and all the countries have to fight the inflation, especially small countries with a volatile currency. I published an article in Vísir on March 2021 warning about the problem of having a high inflation, so I’m not going to insist on that again.
The goal of any Central Bank to stop the inflation is to cool down the economy, in other words, to make the Estate, the companies and the people spend less money. This is not a popular decision, but necessary, indeed. And the main (and powerful) economical tool to stop the inflation is to raise the interest rate. That means: Less and more expensive loans. On the other hand, increasing the price of the money impacts negatively on the Gross Domestic Product again, essential exports like fish, and private companies and people with mortgages. So, this means that Iceland is basically taking the risky option of depending almost only on the tourism. This can be an advantage, but only if it’s temporary. The interest raise must be progressive, the results have to be carefully analyzed before heading to another raise, otherwise instead of cooling down the economy we freeze it.
The containment of the economy needs to be shared. There are bleeding big holes on the Icelandic economy like Reykjavík city. The capital has a huge dept and it seems that the only way out is increasing taxes. But on the other hand, despite the massive construction (killing the unique charm of Reykjavík) the housing prices are extremely high and the traffic is getting worse.
To finish, I think the Central Bank shouldn’t encourage people to take loans indexed to the inflation because even though they are cheaper on the short term, the consequences on the long term are terrible because the debt always grows up. This only favors the banks.
Bret toma un taxi a la salida del hotel. «Joder con la fiesta de fin de año que están preparando. Impresionante. Anuncian campanadas, uvas (¿uvas? Ah, esas costumbres extrañas que tienen otros países) y cotillón». Pide al taxista que lo lleve a la pista de hielo al tiempo que se saca un poco de agua que le ha entrado en el oído mientras nadaba.
Se pasa una hora dando vueltas bajo las luces estroboscópicas, escuchando música de Navidad y haciéndose selfies para nutrir su cuenta de Instagram.
Al salir de la pista de hielo (algo mareado) todavía le queda una hora por matar. «Uf, ¿por qué los españoles cenarán tan tarde?». Necesita urgentemente un cóctel. Pide al taxista que lo lleve a un sitio turístico e, indiscutiblemente lo deja en Las Ramblas. Empieza a caminar ufano desde Plaza Cataluña. Un arco de plátanos aísla el paseo de sendos carriles, subida y bajada. Se alza el cuello de la americana, se frota las manos y se deja arrastrar por la corriente humana.
Las tiendas de souvenirs, quioscos y paradas están cerrando. Le llaman la atención las baldosas de dos colores y su forma ondulante, los edificios de piedra y sus balcones, los arcos de algunos callejones, los olores diversos que salen del mercado de la Boquería, la gente elegante que ríe y fuma frente al teatro del Liceo, las estatuas humanas, los vendedores ambulantes, los turistas que (con muy poco estilo) beben cervezas gigantes en las terrazas de los bares… Este espectáculo acaba al pie de la estatua de Colón, tiene más de treinta metros de alto y apunta supuestamente a América. Experimenta tal euforia que sopesa la idea de mudarse a Barcelona en lugar de a París. «¡Al carajo con la medicina y los Ministros!».
Luego se interna en una bocacalle y entra en una coctelería con muebles y lámparas dispares, de distintas formas y colores pero con encanto. Suena O Gato de Paul Desmond.
Se sienta en un taburete y pide al camarero una margarita. Este, que lleva un peinado muy afro, pero que de algún modo le queda bien, alza la vista del vaso en el que está mezclando menta fresca y azúcar moreno con una mano de madera y le sonríe. Parece que se lo toma con calma. Bret fuerza otra sonrisa. A continuación, saca su teléfono y envía un mensaje de texto exclusivamente con emoticonos a Débora. Uno de ellos es un corazón.
La margarita es larga y excelente, la copa es la adecuada, previamente enfriada en hielo y el borde decorado con una rodaja de lima y sal Maldon. En el momento en que unas inglesas que celebran una despedida de soltera entran, comprende que es hora de largarse.
Por el camino lo asaltan un par de jóvenes árabes, pero de forma pacífica. Andan junto a él. Uno pregunta si le gusta el fútbol.
—¿Y el Barça?, ¿y Messi?
Él no es mucho de fútbol, le va el polo y cosas así; no obstante, va respondiendo por educación. En un momento dado, uno de ellos, con el pelo rizado muy corto y sonrisa afable (le recuerda a su amigo Omar y cuando alguien te recuerda a alguien conocido bajas un poco la guardia), lo detiene:
—Mira, mira, te voy a enseñar un truco de Messi. —Tira una bola de papel de aluminio al suelo—. Venga, intenta quitármela.
Bret suspira y mira cómo el jovencito mueve la bola entre los pies. El otro, del mismo aspecto, también se acerca e inician un pequeño partido de fútbol. El cirujano consigue quitarle la pelota y se ríe.
—Muy bien, eres muy bueno. Te vamos a fichar para nuestro equipo. Ahora nos tenemos que ir. Hasta la próxima, amigo.
—Eh, esperad un momento, ¿cómo se llama vuestro equipo…? —Bret se palpa el bolsillo de la americana y, «¡maldición!, me han birlado la cartera. Nunca te fíes de un desconocido que te llama “amigo”».
Los árabes echan a correr. Bret los persigue. «Los voy a matar». Se meten en un callejón, pasan frente a unos mendigos que están discutiendo. El cirujano tropieza con uno y lo derriba. El tipo se lleva la mano a la boca, que sangra. Su compañero blasfema. Bret retoma la marcha, pero los ladrones han desaparecido.
Aunque tiene que ir andando (sin dinero), llega puntual (y malhumorado) al restaurante. Es el típico sitio caro y remilgado. Los hombres visten fracs y las mujeres vestidos que dejan al descubierto la espalda. Pregunta al maître por la mesa del alcalde; el tipo lo mira de arriba abajo (su traje y camisa han pasado por tiempos mejores) y dice que todavía no ha llegado. Lo acompaña al reservado. Se sienta en una mesa redonda con mantel granate y tres cubiertos. ¿A quién se le ocurre quedar para cenar el día de fin de año?
Al cabo de una media hora de espera y dos margaritas, telefonea al alcalde, que descuelga al instante y se disculpa por no poder acudir a la cita.
Bret espera media hora más al hacker, sin embargo, tampoco da señales de vida, conque se levanta (y se caga en todo), dice al camarero que cargue los cócteles a la cuenta del Ayuntamiento.
Al salir a la calle siente frío y hambre. La ciudad está oscura y solitaria. Pasa por un puesto de frutas todavía abierto. Es la típica tienda sin puertas que expone la mercancía en la calle. Tras el mostrador hay un paquistaní que lleva un corte de pelo impecable. «Milagro, tiene tomates cherry». De inmediato, coge un par de paquetes (para tener provisiones) y hace ademán de entrar. El pakistaní sonríe y dice:
—Buenas noches, amigo. —Pero justo en ese momento, recuerda que le han robado la cartera. ¡Maldita sea! Da media vuelta y sale corriendo con los tomates.
—¡Al ladrón, al ladrón!¡Detengan al ladrón! —grita el tendero.
La escena resulta muy cómica. Bret lo ve salir con sandalias. «No me pillas ni de coña», piensa. Esto le hace sentirse vivo. Sin embargo, al volver la vista al callejón, choca con alguien. Los tomates ruedan por los sucios adoquines, alguno se cuela por la rejilla de la alcantarilla. «Lo que faltaba, dos policías».
El pakistaní llega resollando. Los agentes miran a Bret con curiosidad. Este se pasa la mano por la frente.
—Creo que nos tendrá que explicar lo que pasa —dice el agente más veterano alzando las cejas.
Bret intenta explicar lo sucedido, pero mezcla el español con el inglés y nadie le entiende. A su vez, el paquistaní está muy excitado y grita como si le hubieran robado la recaudación de todo un mes. El policía le hace un gesto para que se calme y dice:
—Me temo que, si este vendedor lo denuncia, no tendremos más remedio que tomarles declaración en la comisaría.
—¡Será posible! Todo por unos tomates de dos euros. ¿Y qué pasa con lo que me han robado a mí? Llevaba diez mil euros en la cartera.
—¿Diez mil euros? También lo puede denunciar.
El vendedor no se calla e implora al cielo. Los policías se miran sin inmutarse. Bret se dirige al frutero:
—Mire, voy a telefonear a mi ayudante y traerá dinero. Le pagaré los tomates y cien euros más. ¿De acuerdo?
El paquistaní, que viste una chilaba blanca, alza la mano derecha pidiendo más.
—Está bien. Doscientos.
El paquistaní sigue levantando la mano como si estuviera en un bazar.
—Pero… será usurero el tío.
El policía joven ríe y se gira para disimular.
Bret al final cierra el trato con quinientos euros. La policía se va. Alan llega en un taxi con cara de pocos amigos.
De regreso en el taxi, Alan pregunta:
—¿Se puede saber qué ha pasado?
—Uf, ya te lo explicaré mañana. Creo que me voy a tomar una copa en la fiesta del hotel. ¿Vienes?
—No, estoy ocupado. Pero no te evadas demasiado porque mañana tenemos trabajo.
I had over Arni Thorarinsson, one of the best writers and journalists of Iceland, and asked these questions while having some of my cocktails
1. What is the best of Iceland? And in Spain?
«The best about Iceland for me is that this is where most of my family lives, this is where I was born and raised and got to know my friends. It is a country which gave me the opportunities to do what I wanted with my life, to work in journalism in all kinds of media and then, later, to write books and screenplays. And it gave me my favourite language to work with – Icelandic. Of course, the nature and the landscape is a perfect framework for our little society, which on the other hand has and always will have some of the problems of small societies, including and, perhaps especially, political ones.
When I was growing up in the fifties and sixties Iceland was becoming less isolated, after decades and centuries of poverty and colonialism. Ordinary people were starting to travel abroad for business, study and vacation. It was in the sixties and seventies that Spain became our favourite vacation destination.
Why?
Because it was warm and sunny and affordable. So, after university in England and becoming a full-time journalist I had money to go on vacation once a year and the Costa del Sol and Costa Brava were the choices. Even though these were typical tourist trips we got to know a completely different culture, and during one of them I went for a day to Barcelona. I was totally fascinated by the city. But it wasn’t until the mid-nineties that I started to go there regularly for longer periods and it so happened that I wrote most of my first five crime novels there. I have so many fond memories of my stay in Barcelona, the great people, the culture, the climate, and, of course, the food and wine! So, setting aside the current political conflicts about Catalunya, I have to say, the best about Spain for me is Barcelona.»
2. What is your favourite area/place in Iceland? And in Spain?
«My favourite place in Iceland, in spite of everything else, has to be Reykjavík, where I live and work. But there are many spectacular areas around the country, in the west, north, east and south. If I had to pick one favourite I think it would be the north-west fjords, where one of my novels takes place in the small town of Ísafjörður.
«My favourite place in Barcelona is the view from the balcony in the apartment we rented in Calle Londres.»
3. Do you prefer summer or winter (in Iceland)?
«I like both the darkness and the cold of winter and the light and the, slightly, warmer time of summer. One is not complete without the other.»
4. What is your favourite restaurant in Iceland? And in Spain?
«My favourite restaurant in Reykjavík, which was also my favourite bar, closed last year. It was called Café Rosenberg and offered good food and good live music at affordable prices. But now it’s gone and I haven’t found a substitute. I feel like a homeless person in the nightlife.
In Barcelona we had a favourite restaurant, Tragaluz, and bar, Parnasse, which have also closed. Why do things have to change?»
5. What is the most shocking thing for an Icelander when visiting Spain?
«I can’t remember anything shocking, except maybe the pickpockets!»
6. Do you use computer or typewriter?
«Although I’m old-fashioned and don’t have a smartphone or a credit card I do use a computer.»
7. Are you an A (morning) person or B (night) person?
«Definitely a B person, even a C person or a D person …»
8. What are your 3 favourite authors?
«The classic Icelandic author and Nobel-prize winner Halldór Laxness, the American crime novelist Raymond Chandler and the Swedish novelist Henning Mankell.»
9. What are your 3 favourite movies?
«Chinatown by Roman Polanski, Sunset Boulevard by Billy Wilder and Vertigo by Alfred Hitchcock. Honourable mention to the Icelandic Oscar-nominated Children of Nature by Friðrik Þór Friðriksson.»
10. What are your favourite bands?
«The Beatles, The Animals and The Kings.»
11. Do Icelander writers get a monthly salary from the government?
«No, not unless they are lucky. They can apply for financial support from the Literature Fond, project by project. A committee then decides whether they get a monthly grant for a few months to up to a year. There’s much more demand than supply.»
Cuando me trasladé a Islandia, perdí la confianza en mí mismo. Mi edad, la oscuridad, el clima, la comida y el idioma fueron los detonantes. A veces me encontraba en la calle rodeado de gente parloteando en una lengua ininteligible y despertaba como de un sueño y me decía: «Qué diablos hago aquí». A lo otro te acabas acostumbrando. Pero juro que en España era una persona normal; aunque, tal vez, vi el asesinato de Kennedy demasiadas veces. En cambio, en Islandia, me fui aislando y mis relaciones sociales se redujeron al núcleo familiar. Me sentía ridículo sonriendo porque, en realidad, no me enteraba de lo que decían. Mientras tanto, hablaba solo y me fijaba en cómo caía la nieve por la ventana, el viento partía los árboles en dos y el agua que bajaba del tejado se congelaba. Podía haber escrito una novela o planeado un crimen perfecto.
Encontré empleo en una cadena de montaje, nada que ver con el trabajo bien remunerado que tenía en España; sin embargo, este era el peaje que tenía que pagar por el cambio. Había caído en la trampa de mi esposa: «Yo he vivido muchos años en España. ¿Es que no te atreves a probar en mi país? Te sentará bien, ya verás. Abrirás tu mente».
Mis hijos adoptaron el apellido islandés de su madre porque decían que así se sentían más integrados en la escuela. Todo empezó con eso. A mi mujer no le parecía bien nada de lo que hacía o decía. Ni tan siquiera mi ropa o mi peinado. Claro, a partir de los cuarenta comienzas a quedarte descapotado, te salen pelos en las orejas, pierdes visión, audición, etc.
Me fui hundiendo poco a poco y en silencio. Yo no decía nada. Pensaba que en cualquier momento cambiarían las cosas. En la televisión no paraban de repetir que los inmigrantes tenían que aprender islandés. En consecuencia, me apunté a un curso. De todos los alumnos, yo me sentía el más estúpido. La mayoría eran más jóvenes y parecían entender los ejercicios a la primera. En la fábrica me pasaba lo mismo. Los chavales me pasaban por encima.
Ir a trabajar o estudiar islandés me daba una pereza terrible. El olor a pescado me mataba y la gramática islandesa me asesinaba. Se lo dije a un anciano que había vivido muchos años en España y lo veía, de tanto en tanto, en la cafetería y me contestó: «Aunque no lo creas, cuando trabajas en todo eso que no te interesa, en realidad estás trabajando por lo que más quieres porque todo está conectado. Así que olvídate de dar un palo al banco». «Sí, es verdad. Una vez, en un supermercado de Barcelona, me reí de un árabe porque utilizaba a su hijo, de seis años, de intérprete con la cajera y después me ha pasado a mí», le confesé apurando la taza de café. Dios, bebía tanto café que me temblaba la mano.
Oía muchos rumores: gente en la misma situación que la mía; no lo había podido soportar y había regresado a España; pero este no era mi caso. ¡Para nada! Sufría, pero apretaba los dientes: «Ya llegará mi momento», me decía. En definitiva, todos los caminos conducían a aprender islandés. Si lo lograba, conseguiría un empleo mejor, entendería lo que decía mi familia política y amigos y, por fin, me integraría.
Sin embargo, por mucho que me esforzaba: apuntaba frases en las paredes del techo para verlas antes de ir a dormir, escuchaba programas de radio que solamente hablaban del tiempo y las ovejas, leía el diario intentando prestar atención a los textos en lugar de a las fotos, etc. no entendía nada. Cuando me hablaban, las palabras salían al instante de mi cerebro como agua de un escurridor; no retenía nada. «Este yerno que me ha tocado es tonto», creo que dijo una vez mi suegro negando con la cabeza. Me dejaban ya por imposible. Entonces sucedió.
Estaba en unos grandes almacenes, sonaba la canción Imagine de John Lennon por los altavoces y vi al presidente del gobierno con su mujer, comprando una bajera. Aquí en Islandia los políticos no llevan guardaespaldas. Yo iba a darle un navajazo. Para que me metieran en la cárcel, hacerme famoso y todo eso. Si bien, cuando estaba a pocos metros, otro tipo se me adelantó. Saltó sobre su espalda y se le aferró al cuello para estrangularlo. El presidente era un tipo alto y fornido, pero ya con el pelo blanco y se puso colorado ante la estupefacción de su esposa y la gente que estaba en la tienda. Nadie se movía. Había llegado mi momento. Llevaba el cuchillo en el bolsillo. Lo saqué y se lo clavé en la nalga al asaltante. Dio un respingo y gritó. Soltó al presidente y se me quedó mirando como diciendo: «Me has jodido el día». Así pues, le di un puñetazo, cayó al suelo y todo el mundo hizo un círculo alrededor nuestro; pero él se quedó tendido de espaldas con la faca como una jeringuilla y una mancha de sangre. Ya no se movió. «Un inmigrante salva la vida del presidente», esto es lo que dijeron todos los diarios en primera página y mi foto en medio.
Así fue como recuperé la confianza en mí mismo. El presidente me preguntó a qué me dedicaba en España. Yo le dije que era economista. Me fichó para su gabinete. El idioma no era ningún impedimento porque todos hablaban inglés. Mis hijos se volvieron a poner mi apellido, mi mujer me escuchaba y me veía más guapo. Entonces, alguien empezó a hablarme en islandés y, de repente, lo entendía todo.
Ayer fue un día extraño. Primero lucía el sol, apenas se veían nubes. Luego se fundió. Acababa de escribir en mi blog que me encontraba feliz en Islandia; me sentía poeta y soñador. Entonces, de repente, zas, algo me golpeó. Sucedió tras el envite de la mariposa negra. Todavía me estremezco al recordarlo. Aunque tal vez lo mereciera. Por aquella época, a pesar de no encontrar trabajo y ser un estudiante, tenía el ego por las nubes y llevaba una vida bohemia y de perdición.
Yo no sabía que había mariposas negras en Islandia. El caso es que me encontraba en el café en el que desayuno de vez en cuando y entró una mariposa negra por la ventana del tamaño de una mano. Giré mi taburete porque un hombre mayor con su jersey lopapeysa dio un grito ahogado y dejó caer su kleina (especie de rosquilla) aceitosa sobre la mesa. Hacía poco que los diarios habían anunciado que los inmigrantes habíamos traído una plaga de insectos y demás. Y yo soy un inmigrante, ¿qué más puedo decir?
De cualquier modo, no le di más importancia al incidente. Hay mucha gente que cree en los elfos y los enanos. Así que me volví hacia la barra. El desayuno es mi momento del día. Sin embargo, en el instante que levantaba la taza, antes de dar el primer trago a mi café con leche con la espiga blanca que me dedica la camarera en la superficie, la mariposa negra se posó sobre el borde de mi taza. Había tres tipos de tarta en el mostrador, a cada cual más apetecible, pero fue directamente hacia mí. ¡Dios!, estaba tan cerca que casi tocaba mi nariz. Pude observar sus patas, sus antenas y sus ojos totalmente negros. Más que una mariposa parecía una polilla, ¡una gran polilla! No sé cuánto tiempo aguantamos mirándonos fijamente; nuestro «Love Story».
Con todo, volvió a sonar el silbido de la rutilante máquina de café y se activó el murmullo de la clientela. El hombre del lopapeysa se levantó, pálido como la nieve que cubre Reykjavik en invierno, me miró de soslayo y salió; casi se lleva por delante la silla de una anciana que hacía ganchillo, aunque esto no viene al caso. La cuestión es que, mecachis en la mar, se rompió mi vínculo con la mariposa. Había sentido algo insólito: una especie de miedo, morbo y fascinación a la vez.
De cualquier modo, la mariposa salió volando, trazó la errática trayectoria que las caracteriza, y yo derramé el café sobre mi camisa, mi pantalón y, lo peor de todo, las botas de piel de serpiente que me había comprado en aquel extravagante viaje a Tijuana.
La atención de todos los presentes se volvió hacia mí —esto no lo puedo soportar—: la anciana que calcetaba, un chico con la camiseta de la selección islandesa y barba hasta el pecho, la camarera y unos turistas orientales con maletas de dos ruedas. Para colmo se había manchado mi libro de David Livingstone y el líquido se filtraba por la madera del mostrador. Estuve a punto de gritar un exabrupto en español, de los que soltábamos en la Legión. Por lo contrario, acudí a la técnica milenaria que me habían enseñado en el centro de desintoxicación y respiré y conté hasta diez y todo eso. No obstante, estaba consternado, esto tengo que admitirlo. Algo en el Universo, por decirlo de alguna manera, se había fisurado. Mientras me secaba con el trapo, que me pasó la camarera, comencé a sentir una premonición que se quedó atrapada en mi garganta como el amargor del café.
Al salir a la calle seguía sin poder quitarme la mariposa de la cabeza. Era elegante y delicada. Oh, no se trataba de una mariposa vulgar, de esto estaba convencido. De cualquier manera, todo fue muy rápido. Y lo que me pasó después fue todavía más misterioso.
Se nubló el cielo, se levantó un viento de los más desapacible y un rayo, que bajó del cielo, me alcanzó de pleno. Lo digo figuradamente, pero, juro que fue algo así.
Por lo que sigue, recibí un correo electrónico a mi teléfono móvil que me quitó dos años de vida de un soplo. Me flaqueaban las piernas, no podía caminar, casi ni respirar: me echaban del piso de alquiler subvencionado por la Universidad de Islandia y me quedaba, de repente, con mis dos hijos y mi esposa, en la calle. Los precios de los alquileres en Reykjavik, debido al auge del turismo y la restricción de capitales —había escrito un artículo sobre eso—, han formado una peligrosa burbuja inmobiliaria. Yo soy escritor, estudiante e inmigrante. ¡No puedo permitirme precios así!
Releí el correo electrónico y me decían que tenía que aprobar 40 créditos para mantener el apartamento. Yo solamente me había matriculado de 20 y, ¡Dios, los había aprobado! Tenía entendido que con esto era suficiente.
Bajando por Laugavegur, la calle principal del centro, un hombre anuncio disfrazado de Batman me dio un susto de muerte y sentí el impulso de abofetearle; si bien, volví a acudir a las técnicas de relajación y solventé mis problemas yendo a donar al banco de sangre. Eso aliviaría mis penas, al menos es lo que yo creía.
En el mostrador de la entrada rellené el típico formulario: se hacía todo tipo de preguntas menos si había estado en contacto con una mariposa negra. Así que seguí adelante. Una enfermera con una flor de lis tatuada en el brazo me dijo que la acompañara a un pequeño despacho. Cerré la puerta, me senté. Me tomó el pulso y me dijo que tenía la presión arterial por los cielos. Así que esperamos un rato y, cuando me bajó, salimos a una sala más grande. Había por lo menos diez camillas y olía a desinfectante. Me estiré en una y miré los fluorescentes del techo, de uno colgaba una araña negra. «Maldición», me dije. Tragué saliva, otra vez ese sabor amargo. «¿Qué brazo prefiere?», me preguntó la enfermera. «¿Se encuentra bien?». Estuve a punto de ponerme a llorar, de decirle que me iban a echar del piso y todo eso. Pero vi a los camioneros que había en las camillas de al lado y a las otras enfermeras, arriba y abajo por el suelo de linóleo, y consideré que no sería buena idea. Los camioneros venían porque después de donar sangre les invitaban a la merienda. De esto estaba seguro. «¿Qué brazo prefiere», insistió. «Bueno, me da un poco lo mismo», respondí, y me acordé de aquella vez que me hicieron el Test de Rorschach y no me contrataron. En las diez láminas veía lo mismo: ¡Una mariposa negra! No sé por qué, quizá pequé de infantil. Miré los zapatos blancos con agujeritos de la enfermera, me apreté los ojos y tendí el brazo izquierdo.
Entonces, al poco rato, entró la mariposa negra por la ventana del otro extremo, cruzó la estancia de más de cien metros cuadrados, generando gran expectación, y se posó sobre el brazo en el que tenía la aguja clavada. La sangre fluía a buen ritmo, al menos eso acababa de decirme la enfermera, que se quedó sin saber qué hacer ante la angustiosa escena. Aunque esto no era nuevo para mí.
«No haga nada, se lo ruego por favor. No la toque», le dije con ansiedad. Sé que el resto de gente nos miraba. Pero me daba igual.
Volví a mirar las antenas de la mariposa negra y las movió como si fueran pestañas y pudiera comprenderme. Era bonita, puedo jurarlo. Se reanudó nuestro romance, lo sentí. Le dije allí, delante de los presentes, que me librara de su maldición y me devolviera mi piso. Nunca lo había valorado antes.
Así pues, cuando el artilugio que va balanceando la bolsita de sangre se detuvo porque ya estaba llena, la mariposa, que parecía haber comprendido perfectamente mi situación, aleteó, hizo unos zig zags por la sala y se marchó de una forma muy elegante. Oh, sí, era una mariposa muy estilizada. Salió por la misma ventana que había entrado. Todo pasó muy rápido.
Sin saber por qué, me sentí aliviado y un poco ridículo a la vez, lo reconozco. Toda esta gente me miraba como si fuera un neurótico o algo así. Pero me daba lo mismo.
De nuevo en la calle, revisé mi correo electrónico en mi teléfono y con lágrimas en los ojos, abrí otro que decía que la notificación anterior había sido ¡un error! Di un grito y el salto del granjero. Era mayo y había vuelto a salir el sol.
Ahora, pasado un tiempo, cada vez que veo una mariposa, aunque no sea negra, recuerdo que la felicidad del hombre es tan bella y frágil como sus estilizadas alas. En cualquier momento pueden cambiar las cosas y este fue únicamente un aviso. Gracias, mariposa negra.
The contradiction of man: always complaining about time passing so fast, but on the other hand, we don´t like testing our patience in any way. When someone asks us to wait a few days or a few weeks, we despair. What happened to the old pleasure of containment and waiting?
Life marks it´s own pace
We demand immediate results with minimal effort. But life marks its own pace. Everything involves a process and requires work: the seed becomes a tree, the stomach takes few minutes to warn the brain that it’s full, there are four seasons and to reach the summer we have to spend the winter, the diseases and the recoveries take time on showing up. As well as love, friendship and happiness must be earned every day. So we should copy life and not vice versa, as the planes copied birds or boats fishes. Nothing is immediate or aimless, even though we don’t notice it.
Life is just another test
But certainly there are so many things that we do not realize, as the rotation of Earth under our feet, that sometimes I close my eyes and think nothing outside really exists. All is a set that someone put on. The white clouds on the sky, the snow falling like cottons or the mechanic move of the sea. We don’t perceive the reality, only what our senses transmit to us. For example, the colors are the result of an optical illusion. There is only black –absence of light– and white –light–. That makes me suspect that life is a kind of a test.
Life is like biking Reykjavik
Life is like riding a bicycle in Reykjavik: before starting we have to plan the route, watch the sky, decide what clothes we are going to put on and pedaling. The easiest way is to get into a car, turn on the air conditioner or heater, turn on the radio and push the gas. Then we don’t notice the smell of the freshly cut grass, whether the wind is against or in favor (in Iceland almost always against) or the street goes up or down. In that regard, cycling is like training for the unavoidable problems of life.
Nature and pure air
By the way, particularly in Iceland when riding the valley of Fossvogur (Reykjavik), listening to the birdsong from the trees a on the wet, feasting on worms and seeds, is a privilege. I spread their joy. Birds don’t fear bikes because they don’t consider them an enemy. This “summer” wild geese have been breeding. In the morning, the families walk in a row without breaking it even when getting into the lake; the baby birds have not developed the plumage yet. At night they shelter under their mother’s wings and the father becomes unusually aggressive against the minimal external threat.
Biking versus driving cars in Reykjavik
Is this not an invitation to merge with nature? In Iceland, as the weather, the colors change constantly, especially reflected on the sea. It’s not the same before the storm, dark blue, that when the sun rises and becomes greenish; or when it is raining or snowing. Sometimes the wind is so strong that when going down on a slope you feel the bike going back in reverse. At those moments, with the hail hitting my face, frozen fingertips and still several kilometers ahead, I wonder: «What the hell am I doing here«. In extreme conditions the same route would require to invest triple time; each pedal stroke is like a trace in a rock. But this gives you time to think and reconsider the importance of things that really matter. I know eventually that I will reach my destination. Besides that, it’s an excellent exercise for the mind, the spirit and the body.
The most important thing: Freedom
Another reason is freedom. Nothing like biking Reykjavik when the sun rises after a good snowfall and see the shiny black crows hover Reykjavik. Iceland is the country where the sun is always a caress, unlike in Spain where having a meal under the sun in summer is only for tourists wearing sandals with socks.
Crítica o reflexión de un escritor español en Islandia desde julio de 2013 (see link below for English and Icelandic).
Os dejo con el artículo que escribí para el diario de la universidad de Islandia, Háskóla Íslands (HI). Es una especie de crítica o visión de Islandia desde el punto de vista de un extranjero. En el enlace de abajo podéis encontrar la versión en inglés e islandés. A continuación os transcribo la española.
Espero que os guste. Un saludo. Recordad que hay muchos vídeos interesantes de mis aventuras en Islandia en mi canal de Youtube o en esta misma página, apartado blog. Gracias!
Si hay algo que detestaba cuando vivía en España era que los extranjeros despotricasen del país y de las costumbres de los españoles.
Aunque si alguien quiere saber lo que no me gusta de Islandia, que siga leyendo este artículo hasta el final.
¿Quéeslo que más me fascina de Islandia ?
Una de las cosas que me apasiona de esta isla es que muchas veces apareces con tu bicicleta en mitad de la nada y estás solo, perdido en una vasta extensión de terreno. Dicen que cuando llevan a los turistas orientales a lo alto del glaciar, se ponen a gritar; no pueden evitarlo. Supongo que, a diferente escala, a los que procedemos de otros países densamente poblados nos sucede lo mismo.
Pocos Islandeses van en bicicleta en invierno
Creo que algunos islandeses me toman por loco: ese escritor español que va en bicicleta en invierno y aparece como un muñeco de nieve en el ojo de la tormenta. Algunas veces me paro en la bahía de Fossvogur para ver a los pájaros, el cambio de tonalidad del cielo y las casas de la orilla de enfrente dibujadas en el agua como en un cuadro de Jón Stefánsson. Muchos de los que van calentitos en sus coches, escuchando música, no se enteran de nada. Son los mismos que piensan que el paraíso empieza en Florida. Frecuentemente nos olvidamos de que las mejores cosas del mundo son gratis. Por ejemplo, ir con la familia al valle y comer juntos el nesti (merienda).
Refugiados
Soy del parecer de que los extranjeros, si son honrados, vienen a trabajar y acceden a aprender el idioma, enriquecen un país con su diversidad. Respecto a los refugiados, aprovecharía el talento de los más cualificados y emplearía al resto en las zonas donde falta mano de obra para la pesca, la ganadería y la agricultura. Así saldrían beneficiados todos.
Renovar el ADN de Islandia
Otro motivo importante para integrar a más gente en Islandia es por renovar sus genes. Því miður. La gente se parece demasiado. Algunos son como dos gotas de agua. Reconozco que a veces no saludo a algún conocido por miedo de dirigirme a un tercero por error.
¿Qué hace tan especial a Islandia? ¿Por qué un español de Barcelona vendría a vivir aquí?
Personalmente, el mayor atractivo de Islandia recae en la preservación de sus tradiciones y la cultura.
Los niños siguen llamando “la hora del café” a la merienda. La primera vez pensé: ¿Niños bebiendo café?
Hay cola para comprarse un helado a 10 grados bajo cero.
En el cine todavía hay una pausa en mitad de la película para aprovisionarse de nammi (chuherías).
El arte islandés es una rara avis admirada por todos. Abundan los ejemplos: Laxness, Björk, Kjarval, etc.
El patriotismo de los islandeses los lleva a animar al equipo más modesto de su barrio y a consumir el producto nacional, aunque sea tres veces más caro.
Hay solo dos canales de televisión (gratuitos), aunque en realidad emiten la misma programación con una hora de diferencia.
Cuando emiten el programa especial de fin de año en televisión, no hay nadie por las calles, es como si entrase en erupción el volcánEyjafjallajökull.
Es un alivio que Reykjavik no sea un clon de otras capitales. Islandia aún no ha sucumbido al poder de las grandes multinacionales y conserva sus hamburguesas, heladerías y cafeterías de siempre. Sin embargo, me duelen los ojos cada vez que paso frente al Dunkin’ Donuts que han instalado en mitad del centro comercial Kringlan. Rompe toda su estética y se me hace extraño ver a los islandeses haciendo cola con la misma resignación que cada mañana sacan el hielo de sus coches con las rasquetas.
Islandia es un paradigma por haber conseguido mantenerse al margen de los tentáculos de la UE, ser independienteenergéticamente y respetuosa con el medio ambiente. Ojalá España hiciese algo semejante y se autoabasteciera de recursos autóctonos como el viento y el sol. En consecuencia, mi novela se titula: Necesitamos un cambio. El sueño de Islandia.
¿Mi crítica de Islandia?
A modo de curiosidad, creo que hay dos cosas mejorables: Su política de reciclaje, que es una carga para el ciudadano, puesto que hay que almacena, cargar y llevar la basura regularmente a los centros habilitados para ello y que los conductores siguen utilizando el teléfono móvil en el coche con frecuencia.
Un gran país
En general soy muy feliz aquí. Por los motivos mencionados, aposté en la ruleta todas mis fichas a este país. Y tras dos años y medio, aunque amo a mi país, se me haría difícil regresar a mi antigua vida en España.
Aeropuerto de Reykjavik y mi obsesión por las grúas
Aeropuerto de Reykjavik, un enclave romántico
Veo de forma premonitoria una de esas grúas, gigantes y amarillas, por la ventana; tienen luces en todos los extremos, como para evitar que por la noche choquen los helicópteros o algo así. Las avionetas surcan el cielo, dejando una cortina blanca. Cuando voy en bicicleta y me pasa una sobre la cabeza, levantó las manos del manillar y la saludo. Me siento como Tom Cruise en Top Gun. Varios políticos han propuesto trasladar el aeropuerto de Reykjavik a las afueras, supongo que para construir esos bloques tan feos y cargarse todo el romanticismo del que estoy hablando.
En cambio, mi obsesión por las grúas crece
En cambio, veo grúas por todas partes, algunas no me dejan ver el mar y esto no me gusta. Yo siempre quiero ver el reflejo del sol sobre el agua. Puedo vivir en cualquier sitio con la condición de dar una vuelta con la bici y ver el mar, la bahía, algo de agua, da igual.
La grúa se está moviendo, gira sobre sí misma y, a la vez, pasa un avión; parece muy pequeño y parece también que la grúa lo esté moviendo con su cable, como si fuese el avión del Tibidabo. Toda mi atención se va en ese avión, que desaparece de la ventana y de mi vista, y la profesora de gramática islandesa me mira de reojo y mi libreta está llena de garabatos y yo pienso que, a veces, en plena clase, estoy cruzando el desierto. Y no se ve nada a los lados, por ninguna parte que mires, aunque siempre es mejor que esos edificios negros tan altos. Cuando alzo la cabeza hacia ellos en plena noche y veo a alguien, trabajando todavía, con la luz encendida, me entra un poco de depresión, lo reconozco, y luego me acuerdo de los cuadros de Edward Hopper.
English version (Stúdentablaðið) click the link below
Consejos viaje Barcelona. Recomendaciones de Jordi Pujolà, escritor español en Islandia. (English below) 20 indispensable tips to visit Barcelona
Consejos viaje Barcelona
Mis 20 consejos viaje Barcelona: Soy un escritor catalán y español que vive en Islandia desde julio 2013 y no padezco la depresión de los días cortos ni me disuade el mal tiempo de salir con mi bicicleta. Cuando mis compañeros de clase me ven llegar a Háskóla Íslands (Universidad de Islandia) vestido como un astronauta me preguntan asombrados: «¿Con este temporal has venido en bicicleta?». Y yo respondo: «Rok and Roll». «Rok» significa en islandés viento huracanado.
I am a catalan writer who lives in Iceland from july 2013 and I don´t suffer from the depression of the short days neither I am afraid of biking despite the bad weather. Sometimes my classmates in Háskóla Íslands (University of Iceland) when seeing me getting at class with my helmet and soak clothes, they ask me:” Did you come by bicycle in the middle of this storm?”. And I answer: “Rok and Roll”. “Rok” in Icelandic means: very strong win.
Barcelona
Sin embargo, de vez en cuando también echo de menos mi ciudad natal, Barcelona. Es una perla en el Mediterráneo que combina buen clima, playa, museos, arquitectura, excelentes restaurantes y todo tipo de tiendas. Todavía no entiendo porque, pasada la crisis, no se vuelven a restaurar los vuelos directos Reykjavik– Barcelona todo el año. Las compañías islandesas viajan en verano pero ninguna en invierno. Seguro que habría demanda, porque como dice la canción: «Barcelona tiene poder».
However, now and then I missed my original city, Barcelona. It´s a pearl in the Mediterranean Sea that combines good weather, beaches, museums, architecture, excellent restaurants and all kind of shops. I can´t understand yet why all the flight companies go from Reykjavik to Barcelona in summer and no one in winter. I am sure that it would be market for that because as a popular song says: “Barcelona tiene poder” (Barcelona has a power).
20 consejos viaje Barcelona
1. Una de las cosas que más echo de menos es pasear y perderme por el centro de la ciudad. Puedes ir a las tiendas internacionales pero también encontrar algunas pequeñas y artesanales
One of the things I miss the most is wandering round the old town. You can find the best international shops but also the little and traditional ones.
Los mejores barrios para alojarte, visitar y caminar son: Gracia (entre Fontana y Diagonal), Barceloneta (sobre una torre del funicular hay un restaurante llamado Torre de Alta Mar con muy buenas vistas), Barrio Gótico (desde Plaza Catalunya hasta Pza. Real), Born (es el barrio más trendy) y el Raval (desde Plaza Catalunya hasta C/Carmen). El Gótico y Raval son conocidos por los robos a turistas, por eso es recomendable no salirse de las áreas indicadas entre paréntesis. Pasea también por la glamurosa Rambla Cataluña (Las Ramblas de Plaza Cataluña hacia arriba se llaman así) y Paseo de Gracia; Enric Granados también es muy interesante, especialmente por los restaurantes de todo tipo. Baja las Ramblas hasta el mar, pero no te compres un sombrero mexicano. Recuerda que puedes subir a la torre de Colón y y disfrutar de las vistas.
The best neighborhoods to stay, visit and walk are: Gracia (between Fontana and Diagonal), Barceloneta (there is a restaurant called Torre de Alta Mar on the top of a cable car with very good views), Barrio Gótico (from Plaza Catalunya till Pza. Real), Born (the most trendy) and el Raval (from Plaza Catalunya till C/Carmen). There are quite thieves in Gótico and Raval so it´s advisable not going to deserted alleys. Stroll as well for the glamorous Rambla Cataluña (continuation of Las Ramblas over Plaza Cataluña) and Paseo de Gracia; Enric Granados is also a very interesting street, especially for the restaurants . Go down Ramblas until the sea, please don´t buy a mexican hat and remember that going up the Christopher Columbus´s tower is always worth it (except there is a long queue).
Visitas obligadas
La Sagrada Familia y Parc Güell de Gaudi (reserva las entradas por internet para evitar largas colas), el Museo Picasso, el Palau Nacional y Museo Nacional de Cultura de Catalunya . Si quieres ver un partido del Barça compra las entradas en la página web oficial.
2. Compulsory visits
The Sagrada Familia and Parc Güell by Antoni Gaudi (book in advance on the website to avoid long queues), the Picasso museum, the Palau Nacional and Museo Nacional de Cultura de Catalunya . If you want to watch a Barça´s match, buy the tickets on the official website.
Gastronomía
No te pierdas el jamón. Opta siempre por el «ibérico de bellota», preferentemente cortado a cuchillo y acompáñalo de pan con tomate, puedes frotarlo con un poco de ajo si esa noche no vas a salir a bailar.
Gastronomy
Don´t miss the spanish ham. The best quality is the “ibérico de bellota”(there is ham from 10€/kg. to 200€/Kg.), preferably cut with knife and eat it with “pan con tomate” (bread and tomato), just include garlic if you are not going to go out that night.
Cuidado con las paellas, como el jamón, hay de muchos tipos . Evita los restaurantes con llamativas fotos en el exterior. Una variedad excelente es el arroz caldoso con bogavante. Recomiendo el restaurante “Monchos Marina” de la torre del Port Olimpic, aunque también hay buenos en el barrio de la Barceloneta, acompáñalo de vino blanco, mi sugerencia es “Verdejo” o cualquier “Penedés”; evita las sangrías y evita resacas. Si estás satisfecho, es recomendable dejar propina (5% aproximadamente).
Be careful with “paellas”. Avoid restaurants with flashy pictures of the dishes. Try the “arroz caldoso con bogavante”. I recommend the “Monchos Marina” Restaurant in the tower of Port Olimpic, although there are also remarkable places in Barceloneta; the perfect drink with paella is white wine, “Verdejo” or “Penedés” suit quite well with it. Don´t abuse of “sangrias” to prevent hangovers. If you are pleased, give a tip of the 5% approximately.
5 Las famosas tapas . Hoy en día a cualquier cosa la llaman tapas. Te recomiendo el Ciudad Condal y la Cervecería Catalana o el Pacomeralgo, aunque hay muchos más.
5. The famous tapas. Nowadays whatever is named tapas and it´s a shame. I recommend going to Ciudad Condal and la Cervecería Catalana or Pacomeralgo.
Haz una pausa. Café y deliciosas ensaimadas en Forn Mistral junto Pza. Universidad.
6. Push pause. Coffee and delicious “ensaimadas” in Forn Mistral nearby Pza. Universidad
Reserva restaurantes on line con buenos descuentos. En la página web “El Tenedor”. Restaurantes recomendados (algunos no están en la web): Boca Grande, El Japonés del Tragaluz, Ikibana Paral.lel y El Nacional; y también los clubs nocturnos se pueden reservar en “Youbarcelona”. Sugiero tomar un cocktail en la planta 26 del Hotel W (Eclipse).
Book your restaurants on line with juicy discounts. In the website “El Tenedor”. But this option is not available in all the restaurants. Here some of my favourite: Boca Grande, El Japonés del Tragaluz, Ikibana Paral.lel and El Nacional; and for bars & clubs there is another website: “Youbarcelona”. I recommend having a cocktail on the 26th floor of Hotel W (Eclipse).
Si te gusta el marisco. Pide ostras gallegas, bocas y gamba fresca de Vilanova o Palamós. Si te gusta el pescado, pide el rodaballo (preferentemente al horno) o la lubina (salvaje).
If you like seafood. Galician oysters, “bocas” and gamba fresca (fresh prawns) from Vilanova or Palamós are the best. About fish: rodaballo (preferably cooked in the oven) or lubina (bass) (preferebly the wild one).
9. La mejor pieza de carne. Se llama solomillo de ternera o buey.
The best part of the beaf is “Solomillo de ternera o buey”.
BEBIDAS
10. Bebe siempre cava y NO champagne. La relación precio calidad es mucho mejor. “Brut” o “brut nature” y evita los “semi”. Puedes acompañarlo con cualquier comida si hace calor.
DRINKS
Drink cava instead of champagne. Best quality- price. Always “Brut” or “brut nature”, never “semi” or sweet.
11. Bebe vino tinto de la denominación “Ribera del Duero”. El Rioja está bien por su relación precio calidad, pero el “Ribera del Duero” es el que más gusta a los españoles. Según las edades del vino se clasifican por joven (o cosechero), crianza (24 meses), reserva (36 meses) y grandes reservas. Con un crianza será suficiente. Si quieres probar un vino extraordinario (pero caro) pide un “Pago de Carraovejas” crianza, preferiblemente del año 2010.
Drink red wine from “Ribera del Duero” denomination. Rioja is ok, but gourmands in Spain usually drink “Ribera del Duero”. Wines are classified according to age: Young, crianza (24 months), reserva (36 months) and gran reserva. My favourite one is “Pago de Carraovejas”, crianza is enough.
No pidas cognac, te sugiero excelentes brandis. Mucho más económicos como Cardenal Mendoza o Duque de Alba.
If you are keen on cognacs. Try the brandi, for example Cardenal Mendoza (my favourite) o Duque de Alba.
TIENDAS
13. El mejor centro comercial, para mi gusto, se llama L´Illa Diagonal, recomiendo el restaurante japonés Sakura Ya y L´Andreu (pedid pan de coca con tomate y jamón ibérico). El centro comercial “Maremagnum” es el único que abre los domingos y festivos.
SHOPS
13. The best shopping mall in my opinion is L´Illa Diagonal. I recommend the restaurants Sakura Ya (japanish, of course) and L´Andreu (ask for “pan de coca con tomate y jamón ibérico”). The only mall that opens on Sundays or days off is “Maremagnum”.
TRANSPORTE
Sé precavido. No des facilidades a los carteristas, especialmente en bus y metro. No te obsesiones, pero si alguien te detiene para preguntarte algo o hacer alguna broma, échate la mano a tu bolso o la cartera.
TRANSPORT
Watch out witH your wallet or luggage in the bus or metro. Don´t listen to strange people making jokes or asking you ridiculous questions in these places.
Utiliza preferentemente taxi. Son mucho más baratos que en Islandia. Si vas al aeropuerto o a un destino alejado, te recomiendo que preguntes el precio aproximado antes de iniciar la carrera.
Get taxi. They are not so expensive as in Iceland. Ask for the price for long distances for example to go to the airport.
OTROS CONSEJOS viaje Barcelona
16. Lleva dinero efectivo encima. El pago con tarjeta de crédito no está tan arraigado como en Islandia.
OTHER TIPS (consejos viaje Barcelona)
Don´t forget cash. Strange but some shops don´t accept credit cards and when using them you always will be asked to show your ID or passport.
A tener en cuenta. Si vas en diciembre, enero o febrero, llévate un buen abrigo; y si vas en verano, que el alojamiento tenga aire acondicionado.
To take into account. Take a good jacket in December, January and February, and book a room with air conditioning if you go in summer.
No compres objetos a los africanos que venden por la calle a no ser que seas consciente de que son burdas falsificaciones de muy baja calidad, además podrías ser multado por la policía.
Don´t buy objects on the street, especially the sold ones by african guys. All are fake and you can be fined by the police.
Si quieres salir de la ciudad. Alquila un coche y vete a la playa de Castelldefels a tan solo 18 Km. (no te pierdas los chiringuitos en verano) o a Sitges a 40 Km. turismo más selecto y gayfriendly.
Going out of the city. Rent a car and go to the beach of Castelldefels (only 18 Km. from BCN) and don´t miss the “chiringuitos” in summer (little kiosks with music and mojitos) or Sitges (40 Km.) more glamorous and gayfriendly.
NIÑOS
Si tienes niños y no quieres salir de la ciudad: Parque de Atracciones de el Tibidabo. Visita también la iglesia.
CHILDREN
20. If you are with children and don´t want to go out of the city: Parque de Atracciones de el Tibidabo. Visit the church as well.
Do you want to compare prices of rental cars in Iceland? Comparación de precios de coches de alquiler en Barcelona. http://www.easyterra.es/ Click here. Pulsa aquí. (Consejos viaje Barcelona e Islandia)
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INDEX 20 consejos viaje Barcelona
Centro Comercial Maremagnum http://www.maremagnum.es/en
Restaurante Monchos Marina:http://www.monchos.com/en/marina-bay-by-monchos/
Playa de Castelldefels https://www.google.es/maps/@41.264905,1.973934,14z?hl=es
Sitges http://www.sitgestur.cat/?l=en
You Barcelona http://www.youbarcelona.com/en,
El Tenedor http://www.eltenedor.es
Sagrada Familia (http://www.sagradafamilia.cat/sf-eng/docs_serveis/infoTarifesInd.php?lang=0)
Parc Güell (http://www.parkguell.cat/en/buy-tickets/individual-purchase/?gclid=Cj0KEQiA2o6lBRCn_b7yppe98rQBEiQAMpnYnQ8oBaXJ6_J6TKpwLcIDOJk8BtaLraO94B2UAUvkGqoaAjKD8P8HAQ)
Parque de Atracciones Tibidabo (http://www.tibidabo.cat/en/)
F.C.Barcelona http://www.entradasbarcelona.com/en/.
Centro Comercial L´Ílla Diagonal http://www.lilla.com/en/.
Forn Mistral http://www.fornmistral.com/images/cafeteria.jpg
El día que se produjo un accidente en la nieve y yo lo vi por la ventana (Islandia)
Parecía que iba a llover, hacía una tarde de cuervos. Entonces me acordé de cuando vivía en Islandia y aquella anciana, vecina mía, se cayó en la nieve; bueno, en realidad en una capa de hielo enorme que se formó en frente de la puerta del edificio.
Yo estaba, como siempre, tratando de simular que estudiaba gramática islandesa, porque me había tomado muy en serio lo de empezar una nueva vida en otro país y quería adaptarme lo mejor posible, pero en realidad, estaba mirando como una pareja de cuervos, grandes, negros y lustrosos, retozaban en la nieve; después de la que había caído por la noche, llegaba la calma que sigue a la tormenta. No hacía nada de viento y el sol, que aquel día había salido a las doce de la mañana, convertía la nieve en una pista de hielo.
Mi vecina, una mujer de ochenta años, venía cargada con bolsas del supermercado, ella no podía verme porque yo estaba en una ventana del cuarto piso; en aquel momento fue cuando resbaló, cayó de espaldas, dio un gritito y si no hubiese sido por lo que pasó después, todavía me parecería graciosa la escena.
No había nadie en el vecindario, los niños estaban en el colegio y los padres en sus trabajos, al mediodía, en el bloque, sólo quedaban los jubilados y algún estudiante extranjero como yo.
Primero pensé que se le había reventado algún bote de pintura, porque el rojo, como el negro de los cuervos, es un color que contrasta mucho con la nieve. Yo me hubiese quedado viendo la escena calentito desde casa, pero la mancha roja que tenía a la espalda se acrecentaba y parecía como si la mujer; además, diese espasmos con los pies. Yo no estaba preparado para aquello. De pronto, mis manos se pusieron a temblar. ¡Accidente en la nieve! Me aseguré de que verdaderamente no viniese nadie más a auxiliarla y me puse unos calcetines de lana y la parca que tengo en el recibidor.
En cuanto se abrió la puerta del ascensor, salí corriendo. La mujer no decía nada, pero respiraba. En alguna parte había oído que a los heridos no había que moverlos, pero yo la levanté y la cargué en el hombro, tenía miedo de que aquellos cuervos, que seguían dando vueltas en círculo, estuvieran hambrientos, porque el sino de aquellos bellos animales era buscar carnaza.
Mientras caminaba cargada con ella, la mujer empezó a gritar como si se le estuviese rompiendo la espalda, me miré la parca, que hacía poco había comprado en una tienda carísima del centro de Reykjavík, y estaba empapada de sangre. Llegué al vestíbulo del edificio con dificultad y la dejé en la alfombra; su rostro me asustó un poco porque había empalidecido, me supuse que habría perdido mucha sangre. Había sangre por todas partes. Le miré la cabeza y en la parte de la nuca tenía una brecha enorme. Saqué mi teléfono móvil, pero no funcionaba, se me había agotado la batería.
Salí de nuevo a la calle y empecé a gritar. ¡Accidente en la nieve! Al cabo de unos minutos apareció un tipo calvo a un balcón y me dijo que había llamado a una ambulancia. Le dije que bajase, que necesitaba ayuda. Mientras tanto, volví a entrar, la anciana apenas respiraba, en el camino había perdido un zapato y su aspecto era desastroso.
Cuando bajó el hombre calvo y fortachón, se tambaleó, se tuvo que agarrar a la puerta y vomitó. El vestíbulo de la finca parecía la cámara de los horrores, y yo, el Carnicero de Lyon.
Al poco tiempo llegó la ambulancia, el médico me empezó a hablar en islandés y yo le dije, atropelladamente, que era un negado para los idiomas y que necesitaba un tratamiento electroshock para aprender; finalmente me preguntó si la mujer se había caído por la escalera, pero le señalé el reguero de sangre y le dije que la había traído desde la calle, que había tenido miedo de que se congelase o que los cuervos le sacasen los ojos. Había sido un accidente en la nieve. El tipo meneó la cabeza como si yo fuese un caso imposible, me pidió que me apartase y que subiese a la ambulancia con él. En la ambulancia di un traspiés y desconecté los cables de la máquina de oxígeno. El trayecto hacia el hospital fue bastante dramático, aunque si no hubiese sido por la gravedad del asunto, cualquiera hubiese pensado que nos encontrábamos en el camerino de los hermanos Marx, en el interior también había una enfermera y el conductor, que era un ruso que estaba loco y no paraba de gritar; yo pensaba que en cualquier momento íbamos a chocar contra una furgoneta de frente, y la sirena seguía sonando.
El diagnóstico de la mujer era reservado, se temió durante unas horas por su vida; no obstante, yo doné sangre y se le hicieron unas transfusiones y al final se estabilizó. Al cabo de un mes, la mujer vino a visitarme, no llevaba ni tan siquiera un vendaje en la cabeza. Me agradeció lo que había hecho por ella y me entregó un sobre, me dijo que no lo abriese hasta que se hubiese marchado.
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