Mis autores favoritos:
Ryu Murakami, por supuesto (no confundir con Haruki, no, no, no).
«Okinawa sacó la aguja riendo. En el instante en que la aguja salió mi piel se estremeció, el caballo ya me había llegado a las puntas de los pies y golpeado mi corazón con un choque sordo. Delante de mis ojos parecía crecer una especie de blanca neblina y apenas podía distinguir la cara de Okinawa. Me puse la mano en el pecho y me levanté. Quería aspirar profundamente, pero no podía, mi ritmo respiratorio estaba alterado. Mi cabeza estaba embotada como si me hubiese golpeado, y tenía la boca tan seca que parecía a punto de arder. Reiko me cogió del hombro derecho para sostenerme. Mientras intentaba tragar la poca saliva que aún quedaba en mis resecas encías, me sacudió una náusea que parecía subir desde los pies, agitando todo mi cuerpo. Me caí atontado sobre la cama.
Reiko me zarandeó, inquieto:
–Eh, ¿no crees que has puesto demasiado? Él no es un tío que se chute mucho, eh mira, está muy blanco. ¿Tú crees que está bien?
–No le he puesto tanto, no se va a morir ¿vale? Trae este cacharro, seguro que vomita».
Extracto de «Azul casi transparente». Una novela muy recomendable, solo por el título merece la pena.